Desorden y violencia marcan el partido Belgrano-Talleres, revelando fallas críticas en la seguridad y la gestión del evento.
Un gran operativo de seguridad fue insuficiente este sábado en el clásico de fútbol entre Belgrano y Talleres. Lo que debía ser una fiesta deportiva se convirtió en caos, con disturbios en la entrada al estadio y la policía recurriendo a armas no letales para controlar a la multitud.
En las tribunas Cuellar Alta y Baja, se secuestraron artefactos pirotécnicos, pero no se pudo evitar que afectaran el juego, con humo en el aire y cinco heridos por quemaduras. Este hecho cuestiona la eficacia de las medidas de seguridad implementadas.
Mientras tanto, el incidente con Soledad Laciar, madre de Blas Correas, evidencia una desconexión con la comunidad. Su impedimento para ingresar al estadio, mientras la pirotecnia circulaba libremente, refleja una ironía amarga y pone en tela de juicio la competencia de los responsables de la seguridad.