Estos últimos meses, a raíz de la pandemia del coronavirus, las redes sociales han tenido un rol protagónico y nos han ayudado a sobrellevar la crisis con entretenimiento, vinculación con seres queridos y hasta educación. Antes, eran simplemente parte de nuestras vidas pero hoy no sabríamos qué hacer sin ellas.
Sin embargo, también han funcionado como fuente de desinformación, siendo el espacio propicio para la circulación de las ya conocidas “Fake News” o noticias falsas. Según explican los expertos, la repetición de este tipo de información se da a través de un término llamado “Echo chambers” o cámara de resonancia. De esta manera, los medios masivos de comunicación y las redes sociales distribuyen determinada información, no siempre cierta, de forma amplificada.
“El cerebro no disfruta de las incoherencias, y no solo no las disfruta, sino que hace muchas veces grandes esfuerzos para eludir verlas”, afirma María Roca, neuropsicóloga y subdirectora operativa de INECO, y ejemplifica: “si yo tengo un pensamiento de que Buenos Aires es una ciudad limpia, mi mente y mi memoria van a fijar todos los ejemplos que apoyen esa suposición, y voy a eludir toda la información que vaya en contra de su creencia”.
Tal como explica la Dra. Roca, en los seres humanos prima el deseo por acumular razones que fortalezcan nuestras ideas preconcebidas, a veces dejando de lado la verificación del contenido que compartimos por este canal. La especialista de INECO se refiere a este sesgo de la mente humana como sesgo de confirmación y lo define como la tendencia a buscar, interpretar, favorecer y recordar información que confirma nuestras creencias, ignorando la información que las refuta.
Este proceso se demuestra cuando, por ejemplo, uno no puede evitar ver al compañero de trabajo que piensa diferente respecto a un tema de debate público, pero sí puede dejar de seguirlo en Twitter o Instagram. “De esta forma, las redes amplifican el sesgo de confirmación, porque ya no le pedimos a nuestro cerebro ignorar la información no consistente con nuestro punto de vista, sino que directamente no se la mostramos haciendo mucho más difícil desterrar falsas noticias o prejuicios”, alude Roca.
Ahora bien, en un contexto donde la información correcta sobre cuidados, reglamentaciones y datos estadísticos resultan tan primordiales para mantener la calma y cuidar nuestra salud sin profundizar en temores, ansiedad o angustia; asegurarnos de evitar las noticias falsas resulta clave.
Pedro Bekinschtein, director de investigación de la Fundación INECO, advierte que todos somos susceptibles a generar recuerdos falsos y a mantener información falsa. Sin embargo, como sucede con el covid-19, los adultos mayores son el grupo de riesgo más susceptible a la desinformación. Con el objetivo de prevenir la difusión de la fake news Bekinschtein recomienda:
- No repetir la información falsa a menos que sea necesario (por ejemplo, para desmentirla).
- No compartir información si no se está seguro de que es verdadera. No compartir “por las dudas”.
- Si es necesario repetirla, que aquello nunca sea antes de la desmentida y siempre con una advertencia de que es falsa.
- Asegurarse de que la información correcta sea la que esté más repetida en la desmentida.
- Siempre proveer explicaciones alternativas para reconfigurar la información falsa.
- Educar sobre cómo se genera la información falsa ayuda a prevenir.
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